¿Por qué es tan difícil resistirse a la comida poco saludable? Te damos 5 razones
¿Te ha pasado alguna vez que querías comerte una onza de chocolate como postre después de la comida y terminas comiéndote la tableta entera? Calma, ¡nos ha pasado a muchos! El ansia que nos entra por comer cosas poco sanas es difícil de controlar y llega sin que nos lo esperemos.
¿Por qué es tan difícil disfrutar de productos, alimentos y comidas poco saludables de forma controlada? ¿Y por qué sentimos esa ansia por comerlos? Antes de llegar al fondo de estas cuestiones, vamos a centrarnos primero en lo que consideramos una “comida poco saludable”. Y es que no hay una definición oficial de este término. Sin embargo, instituciones como la American Heart Association dicen que este tipo de alimentos se caracterizan por estar altamente procesados y contener mucha sal, azúcar y grasa (grasas saturadas y grasas trans). Además, estos alimentos aportan muchas calorías y muy pocos nutrientes.
Sin embargo, el hecho de que un alimento sea o no saludable depende de muchos factores. Y tú tienes mucho que ver con ello: tu dieta, la forma en la que preparas tus comidas y la frecuencia con la que te das un capricho (como comerte una bolsa de patatas fritas), también tiene mucho que ver. ¿Sabes cómo hacer que tu dieta sea más variada y equilibrada? ¡Busca inspiración en nuestras recetas!
Y, ahora sí, para ayudarte a entender mejor tu cuerpo, te contamos a continuación las 5 razones por las que te resulta tan difícil controlarte cuando te se te antoja comer algo poco saludable.
#1 Actúa como recompensa
Hay muchos estudios que demuestran que los alimentos poco sanos activan el sistema de recompensa del cerebro, lo que provoca un aumento de la liberación de hormonas como la dopamina y la serotonina. ¿Te suena familiar esa maravillosa sensación al comer chocolate, dulces o patatas fritas? Pues un artículo realizado en el campo de la neurociencia llega incluso a comparar esta sensación con los procesos que tienen lugar en el cerebro de una persona adicta a las drogas. Según el artículo, el ansia por comer este tipo de productos va aumentando cuanto más los comemos, lo que lleva a un consumo excesivo.
#2 Te da más hambre en vez de llenarte
En varios artículos publicados en The Journal of Nutrition, se demostró que, teniendo comida en cantidades ilimitadas, los sujetos del estudio no se orientaron por la cantidad de calorías, sino por el peso de los alimentos para saber cuánto estaban comiendo.
Esto tiene mucho que ver con la densidad energética de un alimento. El término “densidad energética” se refiere a la cantidad de energía que proporciona un alimento según su peso y se calcula dividiendo la energía proporcionada (Kcal) entre el peso de la porción (gramos). Los alimentos poco saludables se caracterizan por tener una alta densidad energética, porque tienen muchas Kcal, pero pesan muy poco. ¿Qué significa esto? Pues, según este estudio del investigador Adam Drewnowski, que es más difícil que te sacien. Por lo tanto, las dietas que se basan predominantemente en este tipo de alimentos tienen más probabilidades de conducir a la obesidad que aquellas que incluyen alimentos de baja densidad energética.
#3 Lleva la fórmula mágica
Abres la bolsa de patatas y… ¡sorpresa! Ya no la sueltas hasta que está vacía. ¿Verdad que te suena familiar? Los investigadores de la Universidad de Erlangen-Núremberg (Alemania) han atribuido este fenómeno a la proporción entre hidratos de carbono y grasas de este tipo de productos. Según este estudio, una proporción entre carbohidratos y grasas de 45:35 provoca antojos insaciables. ¿Sabes qué es muy interesante? Que esta proporción también existe en productos como el chocolate y otros snacks, por ejemplo, los cacahuetes.
No se ha investigado si hay otros factores que influyan en el consumo de estos alimentos y, por lo tanto, también en la reacción que tiene nuestro cerebro cuando los comemos. ¿Sabes qué es lo que nosotros no podemos parar de comer? Nuestras cups de mousse de chocolate con aguacate.
#4 Duermes menos
¿Por qué a veces sentimos un antojo enorme por algo dulce y hay días en los que podemos parar, pero otros en los que no nos sentimos satisfechos por más que comamos? El apetito y la saciedad están sujetos a muchos procesos y no todos se han estudiado. Sin embargo, existen factores externos que no tienen nada que ver con la comida en sí y que influyen en la cantidad que terminamos comiendo.
Las hormonas relacionadas con la regulación del apetito y la saciedad se ven influidas por la cantidad de horas que dormimos. La falta de sueño reduce la cantidad de leptina, que regula el apetito, y aumenta la de grelina, que es la hormona que induce el hambre. Esto también explica por qué dormir poco se asocia con la obesidad.
#5 Te mueves menos
Sí, lo has leído bien. Aunque tus necesidades energéticas disminuyen al reducir la actividad física, este estudio de Oxford Academics muestra que el apetito y la ingesta de alimentos aumentan de manera directa cuando no hacemos ejercicio. Por lo tanto, se puede decir que, si dejas de entrenar durante unas semanas, tendrás más ganas de comer cosas poco saludables.
Entonces, ¿cuál es la solución al problema? ¿Simplemente dejar de comer este tipo de productos? No te lo aconsejamos. Es mucho mejor que tengas una relación sana con la comida, lo cual incluye que comas chocolate cuando te apetezca. Es importante que comas de manera consciente y que disfrutes haciéndolo, y eso es justo lo que subraya este estudio canadiense. Según este estudio, las prohibiciones solo hacen que tengas más ganas de comer aquello que te has prohibido, así que… ¿Por qué ibas a castigarte de esa forma?
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