Vinyasa yoga: un ejercicio muy dinámico
Existe un motivo por el que los deportistas se están aficionando al yoga. Es ideal para el cuerpo… y para la mente. Y si alguna vez has examinado el horario de clases del estudio de yoga, es posible que hayas visto escrito «flow». Apúntate y disfrutarás de una clase de Vinyasa Yoga. «Flow» o «flujo» hace referencia al modo fluido en que un movimiento o «asana» pasa al siguiente. Uno de los elementos de conexión es la respiración. Un flujo Vinyasa debería realizarse en armonía con la respiración. La sensación es muy distinta a la del Hatha Yoga, una práctica más estática que requiere que las personas que lo practican permanezcan en determinadas posturas durante periodos más largos de tiempo, descansando antes de pasar a la siguiente.
El término «Vinyasa» procede del sánscrito, una antigua lengua india. «Vi» significa «de una determinada manera» y «nyasa» significa «poner, colocar». Cada profesor de yoga decide cómo va a transcurrir su clase, qué cadena de asanas va a coreografiar y qué quiere que la clase «saque» de esa secuencia de movimientos. Eso es lo que hace al Vinyasa Yoga tan especial: nunca se sabe cómo será la práctica siguiente. A diferencia de lo que sucede con el Ashtanga Yoga, que consiste en una serie de ejercicios físicos, el Vinyasa es un estilo libre y creativo.
¿Cómo funciona el Vinyasa Yoga?
El Vinyasa Yoga se basa en tres pilares:
1) Los movimientos y la respiración fluyen de forma sincronizada. Las asanas dinámicas se combinan con una técnica de respiración controlada llamada «respiración Ujjayi». Esto implica inhalar y exhalar por la nariz, usando el diafragma para inspirar y liberar aire al mismo ritmo.
2) Todo fluye. En el Vinyasa Yoga, el transcurso de una postura a la siguiente es tan importante como las propias asanas. Se realiza con movimientos controlados e intencionados que requieren equilibrio, fuerza y conciencia del cuerpo en el espacio. Todos los elementos están conectados, lo que da lugar a un flujo.
3) El Vinyasa Yoga es creativo y liberador. Hay asanas recurrentes, pero no hay secuencias de ejercicios fijos. Los maestros de yoga son completamente libres a la hora de diseñar sus flujos, para que la práctica siga siendo sorprendente y desafiante.
Una clase típica de Vinyasa Yoga suele durar entre 45 y 75 minutos. Necesitarás una esterilla de yoga y tener bloques de yoga cerca. El calentamiento suele ser el saludo al sol o alguna variante. Después viene el flujo real, cuyo diseño cada vez es diferente. Cada profesor tiene su propio estilo personal. En ocasiones, la clase empezará con movimientos individuales e irá poco a poco enlazando más movimientos en flujos más largos. La clase finaliza con la Savasana, conocida como «la postura de cadáver». Este es un momento para reflexionar sobre el ejercicio y sobre cómo sientes tu cuerpo. De hecho, tradicionalmente, el yoga se usaba como preparación para la meditación, así que aprovecha este momento como una oportunidad para reflexionar y practicar el mindfulness. Es posible que tu instructor se acerque y te unja con aceites esenciales en la frente, entre las cejas.
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Otros posibles efectos del Vinyasa Yoga:
- Es perfecto para movilizar articulaciones, tendones y ligamentos, así como para alargar y movilizar la columna. Por eso el yoga se practica para aliviar o prevenir las tensiones corporales. Si has estado notando que tus entrenamientos en el gimnasio se están viendo limitados por tu rango de movimiento, el Vinyasa Yoga podría ayudarte.
- La práctica entrena la estabilidad. Espera adoptar distintas versiones de zancadas, que es un tipo de equilibrio que no practicamos con tanta frecuencia como el equilibrio lateral. Esta práctica podría, por ejemplo, ayudarte con las sentadillas con una pierna. Las asanas con una pierna, como la postura del árbol, te ayudan a aprender cómo trasladar y controlar tu peso corporal y a ser más consciente de tu cuerpo.
- El Vinyasa Yoga fortalece los músculos de todo el cuerpo, especialmente en los músculos profundos del abdomen. Aunque no se mantengan las posturas durante mucho tiempo, durante los diferentes flujos, ciertos músculos se mantienen constantemente activados.
- Los movimientos dinámicos hacen trabajar al sistema cardiovascular y entrenan la resistencia. Algunas personas tienen la idea preconcebida de que estas clases no te harán sudar a menos que estés practicando Bikram Yoga. Esto no es verdad. Se usan los músculos grandes e incluso algunos de contracción rápida. En algunos flujos pasarás de estar de pie a tumbarte en el suelo o a tener manos y pies sobre la esterilla en una secuencia rápida.
- Es un desafío mental. Algunas personas descubren que el yoga les obliga a conectar con su cuerpo, algo que puede resultar aterrador. A menudo, nuestras rutinas de ejercicio nos animan a desconectar de nosotros mismos. Por ejemplo, es posible que al final de una carrera larga, o en la segunda mitad de un entrenamiento Tabata, tu cerebro comience a «desconectar». Es una forma de alejarse de la incomodidad o el dolor. El yoga quiere que descubras y entiendas lo que ocurre en tu cuerpo.
- Supone un reto físico. Además de suponer un reto físico, el yoga cuenta con numerosísimas posturas y oportunidades de crecimiento. Por ejemplo, algunos yoguis deciden enfocar el trabajo hacia la postura del pino con manos. La clave está en disfrutar de la experiencia y no obsesionarse con el destino.
Para empezar, localiza un estudio de yoga local, apúntate a clases en línea o mírate algunos vídeos en internet. Empieza a hacer yoga una vez a la semana, por ejemplo, el día de recuperación o descanso. Si empiezas de cero, quizá sea mejor empezar a practicarlo de forma presencial. De este modo, el instructor puede corregirte personalmente y ayudarte a comprender las posturas.
Fuentes del artículo
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