¿Por qué es tan importante la vitamina K y cómo hay que tomarla?
Todos sabemos que las vitaminas son esenciales para nuestra salud, pero seamos sinceros: ¿Sabes para qué sirve cada vitamina, sus efectos, los síntomas de deficiencia o la cantidad que debes tomar? Muchas veces da la sensación de que hay que sacarse un título universitario antes de empezar a vitaminarse. Pero no te preocupes, te tenemos cubierto. Vamos a analizar y explicar todo sobre la vitamina K para que entiendas por qué es tan importante en nuestra salud a largo plazo y puedas sacarle el máximo provecho.
¿Qué es la vitamina K y qué nos aporta?
Al igual que las vitaminas A, D y E, la vitamina K es una de las llamadas ‘vitaminas liposolubles’, lo que significa que hay que tomarlas con algo de grasa para que el cuerpo la absorba correctamente. Las vitaminas liposolubles también se almacenan en las células grasas del cuerpo. (El otro tipo son las vitaminas hidrosolubles, entre las que se encuentra la vitamina C).
Cuando hablamos de vitamina K, no nos referimos a una única substancia, puesto que existen varias formas, como la K1 (filoquinona) y la K2 (menaquinona). Y mientras la K1 se encuentra de forma natural en las plantas verdes, la forma K2 se produce directamente en nuestro intestino por ciertas bacterias. Sin embargo, ambas formas desempeñan la misma función en el organismo.
La vitamina K es esencial para el proceso de coagulación de la sangre, lo que tiene una gran cantidad de potenciales implicaciones, como la prevención y tratamiento de las calcificaciones arteriales, las enfermedades coronarias y el cáncer. También tiene la capacidad de mejorar la resistencia ósea y la reducción del riesgo de fracturas, así como la mejora de la sensibilidad a la insulina. Todos estos beneficios han sido demostrados por varios estudios, como los recogidos en esta revision cientfífica de 2015. Otras investigaciones realizadas recientemente también sugieren que combinar las vitaminas K y D, puede tener un efecto sinérgico con efectos positivos sobre la salud ósea.
En cuanto a la ingesta…
Si quieres aprovechar al máximo todos los efectos beneficiosos de la vitamina K, tienes que tomarla diariamente. Las reservas en nuestro cuerpo no duran mucho, así que hay que ingerirla de manera regular. Por cierto, no tienes que preocuparte para nada por tomar más de la cuenta, ya que no existe riesgo de sobredosis y nuestro cuerpo elimina con facilidad las cantidades excesivas.
La cantidad de vitamina K necesaria (expresada en microgramos mcg) depende de la edad y el sexo, para lo que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU apunta que la mayoría de adultos deben tomar entre 90 y 120 mcg.
Vas a encontrar vitamina K en muchos alimentos como las hortalizas verdes, los aceites vegetales, algunas frutas como los arándanos azules y los higos, y también en la carne, el queso, los huevos y los granos de soja. Así, si llevas una dieta variada y equilibrada, no deberías tener ninguna carencia. Aunque bien es cierto que muchas veces, entre el trabajo, la familia y los compromisos sociales, no podemos siempre comer lo más adecuado. Por eso tienes vitamina K en forma de suplementos, tanto sola como acompañada de otros nutrientes como el calcio, el magnesio o la vitamina D.
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